Toc-toc ... Un carísimo juguete se rompió
México derrochó miles de millones en el aparato de inteligencia de García Luna/Guerra en contra del crimen: las victorias “inexistentes”
#Unanotadedatosabiertos
La LLave Maestra
La Plataforma México: el gigante cibernético desde el cual, Genaro García Luna habría espiado
Los mexicanos pagaron varios miles de millones de pesos para sostener a Genaro García Luna y sus filias. El hombre alguna vez llamado “súper policía” quiso tener un juguete cibernético gigante y le fue concedido. El gobierno invirtió en un predio en avenida Constituyentes de la Ciudad de México para edificar en tres pisos lo que llamó Plataforma México. Desde ahí, el exfuncionario espió a quien quiso entre 2009 y 2012. Lo hizo en soledad y fue el dueño único de la información obtenida. Aunque el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa justificó el aparato cibernético en un plan que implicaba compartir la información con las fuerzas armadas y los gobiernos de los estados, documentos obtenidos por La Cerradura indican Genaro García Luna jamás lo hizo.
Acusado hoy de ayudar al cártel de Sinaloa en el trasiego de drogas hacia Estados Unidos, la fiscalía de Distrito Este de Nueva York reveló en un documento público que añadirá evidencia de que García Luna incurrió en acoso y soborno a periodistas. Los datos abiertos dibujan esa versión como verosímil. Porque la Plataforma México fue suya. Sólo suya.
Hoy, ese proyecto está en ruinas. Y si la fiscalía demuestra que García Luna sometió a informadores a través de datos obtenidos con espionaje, aquel juguete querido puede actuar en su contra.
#Loqueelpoderteoculta
El baúl cerrado
Guerra en contra del crimen: las victorias “inexistentes”
El pasado lunes, los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales, de 78 años, y Joaquín Mora, de 80, fueron asesinados, en un templo de la comunidad de Cerocahui, en la sierra Tarahumara, cuando le daban auxilio a Pedro Palma, un guía turístico de 60 años, quien también fue acribillado. Los cuerpos fueron robados por los mismos agresores y no se sabe dónde están.
La historia es un tópico en México desde que el 11 de diciembre de 2006, el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa inició una guerra en contra del llamado crimen organizado. A pesar de varias advertencias de que la ofensiva había generado una crisis de derechos humanos, el exmandatario no quiso o no pudo detenerse. Como premonición, el 11 de junio de 2008 expresó que la batalla iba a ser larga, muy larga:
“Eso es lo que estamos haciendo, amigas y amigos colaboradores, enfrentando a la delincuencia y derrotándola en una guerra, en una batalla que será de muy largo plazo”.
Y el 17 de septiembre del mismo año, dijo:
“… Es imprescindible que todos los que nos sumamos a ese frente común pasemos de la palabra a los hechos y que declaremos, verdaderamente, la guerra a los enemigos de México y vayamos por la victoria que la patria reclama y a la que tiene derecho. Estoy convencido que esta guerra la vamos a ganar y la vamos a ganar con el apoyo y la participación de todos”.
Pero Calderón Hinojosa se fue sin dejar registro de la justificación de sus discursos. Y los gobiernos siguientes, de Enrique Peña Nieto (2012-2018) y el actual de Andrés Manuel López Obrador, perdieron el camino para parar la espiral de violencia desatada. Desde entonces, los muertos se acumulan. El Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública reconoce 121,655 personas asesinadas en la actual administración de López Obrador, una cifra superior a la total del gobierno calderonista que llegó a los 120,463 muertes y a punto de alcanzar los 156,066 ocurridos durante el gobierno peñanietista.
En los archivos de solicitudes de información de la presidencia de la República en la Plataforma Nacional de Transparencia no hay un solo elemento que indique éxito de la estrategia calderonista. El registro de la supuesta victoria es “inexistente”. Una década después, las derrotas continúan en el terreno.