Gracias por recibir esta Cerradura. Los tiempos políticos avanzan presurosos. Al hilo.
Lo difícil de nombrar
La verdadera maldición de la silla presidencial
En mayo de 2020 el presidente Andrés Manuel López Obrador confesó que al iniciar su mandato ordenó “limpiar” la silla presidencial debido a la creencia de que estaba maldita. La creencia, en un principio, la tuvo Emiliano Zapata, según narra Martín Luis Guzmán en El Águila y la Serpiente. El caudillo, al entrar a Palacio Nacional en 1914, al lado de Francisco Villa, quiso quemar la silla para simbolizar la aniquilación del abuso del poder. Además, según él, quien se sentaba ahí se convertía en una mala persona y entonces, en cadena, se desataban las desgracias en el país.
Luego vino la captura de esa famosa imagen: Villa se sentó en la silla presidencial. A su lado, en otra silla, quedó Zapata con un gesto de seriedad, acaso de disgusto.
La silla que mandó limpiar el presidente López Obrador no es la misma silla. La que quiso quemar Zapata está en el Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec en la Ciudad de México. La otra, la que permanece en Palacio Nacional, fue fabricada por órdenes de Porfirio Díaz para conmemorar el centenario de la Independencia de México.
En fin, se trata de una silla que lleva el apellido de “presidencial”, lo que la vuelve representación de lo que se proponía quemar Zapata. Es otra, pero está envuelta en la misma malignidad. Es, como silla, un objeto diferente, pero también genera la sospecha de ser origen de las desgracias en México, entre las cuales, una de las más espantosas es el machismo.
Esa silla la tiene ahora Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) quien le atribuyó a las feministas la intención de afectar su Gobierno y las adjetivizó como “conservadoras”. La tuvo Enrique Peña Nieto (2012-2018) quien cada 8 de marzo llamaba a erradicar la violencia de género mientras la madre de uno de sus hijos, le reclamaba que reconociera al menor. Estuvo en poder de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) quien en 2020, como exmandatario, calificó como “feminismo hipócrita” al movimiento en el Día de Acción Global por el aborto legal y seguro. Fue propiedad de Vicente Fox Quesada quien gobernó México de 2000 a 2006 y quien el 10 de febrero de 2006 dijo en una gira por Mazatlán, Sinaloa, que el 75 por ciento de los hogares del país tenía una lavadora, pero “no de dos patas o de dos piernas, sino metálica”.
En los años en que ellos gobernaron la violencia en contra de las mujeres se disparó. Y ninguno se comprometió con una política para parar el flagelo. En el presente, según los datos del INEGI, 70.1 por ciento de las mujeres que viven en México han experimentado por lo menos un incidente de violencia que puede ser psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o de discriminación en por lo menos un ámbito. La psicológica es la que presenta mayor prevalencia con 51.6 por ciento, seguida de la sexual con 49.7 por ciento.
Ahora, la silla presidencial de Palacio Nacional pasará a una mujer por primera vez. Esa mujer tendrá que decidir si quemarla (como quería Zapata) o conservarla con toda la carga de su historia. ¿Cómo deberá empezar esa mujer presidenta en un país plagado de machismo? ¿Cambiará el ejercicio tradicional del poder? Y esa silla, ¿qué debe pasar con esa silla?
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