Que la mitad de la semana sea próspera y muy buena en todos los sentidos. Al hilo.
Lo difícil de nombrar
Un hombre
El 23 de marzo de 1994 México culpó a Mario Aburto Martínez del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, entonces candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República. Desde entonces, ha sido “el único culpable”. Aburto fue detenido en la colonia Lomas Taurinas, de Tijuana, Baja California, cuando apenas habían sonado los disparos que acabaron con la vida del político. Al siguiente día, el supuesto asesino ingresó al Cefereso 1 “Altiplano” en Almoloya de Juárez, Estado de México. Su figura empezó a diluirse en la maraña del tiempo al grado que de manera oficial no se le volvió a ver. En las ocasiones que fue cambiado de penal, el Gobierno no envió ningún comunicado. Sobre cuál era su estado de salud, tampoco. Al caso le cayó el polvo del olvido y el cansancio.
Entre 1994 y 2000, tres fiscales y un subprocurador se abocaron en el caso. Políticos y testigos rindieron declaraciones. Las hipótesis se desgranaron. Millones de pesos fueron gastados. En paralelo, se mencionaba al expresidente Carlos Salinas de Gortari como autor intelectual. Pero la única hipótesis que subsistió fue la culpa de Aburto. Y de él, un único mensaje: “Soy inocente”.
Así pasaron los años. Y el caso empezó a desmoronarse.
En abril de 2022 la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una recomendación al sistema penitenciario por las torturas a las que fue sometido Aburto Martínez a la hora de declararse “confeso”.
El 8 de junio de 2022 la Fiscalía General de la República informó que reabrió la investigación. Es decir, el Estado Mexicano tiene dudas. No sabe a ciencia cierta si Mario Aburto cometió el crimen.
Ayer 10 de octubre el primer Tribunal Colegiado en Materia Penal informó que se le dio cumplimiento a la primera parte de un amparo otorgado a Aburto Martínez y canceló la sentencia de 45 años de prisión que se le dictó en 1994. De esa forma empezó a cumplirse la sentencia que otorgó para que la primera condena para el asesino “confeso” del candidato priista quede insubsistente. Si este proceso avanza, el reo quedará libre en seis meses.
Con todo, Mario Aburto Martínez encarna la forma en que México resuelve sus grandes problemas: con dudas, versiones inverosímiles, la faramalla del dinero, la simulación de las comisiones y fiscalías, y al final, los chivos expiatorios. Aquí hay un hombre que pagó por un crimen y aun así, este no ha sido resuelto. Los pasados 29 años sirvieron para aniquilarlo moralmente, pero no para brindarle claridad a un país. ¿Qué hará México con su Mario Aburto? ¿Qué hará ahora con la verdadera culpa?
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Hasta aquí esta Cerradura. Acá vamos a andar.
Linaloe R. Flores
Periodista