Toc-toc ... Amores falsos
Los millones que se fueron a las fundaciones filantrópicas de seis políticos mexicanos/Fuga del "Chapo": los detalles no se conocerán hasta 2028
Muy buen miércoles. Aquí tienes la edición de La Cerradura. Que esta carta te encuentre en un momento bello y la realidad te sea leve. Veamos.
La columna
Lo difícil de nombrar
Amores falsos
Hay binomios incomprensibles y que sin embargo, existen. La filantropía política es un ejemplo. ¿Cómo pueden unirse la filantropía que implica un trabajo silencioso por los semejantes con la política que hace el mayor ruido para atraer votos?
No hay indecencia en ninguna, sólo que su amor resulta complicado.
En México, esa dualidad persiste con varias organizaciones formadas por políticos. El país se ensombrece con la pobreza y pobreza extrema padecida por más de 66 millones de individuos en una población de 126 millones, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. En esa realidad, la filantropía y la política –ese amorío que en teoría no podría darse– se unen y funcionan.
Vicente Fox Quesada, ex Presidente de México, tiene la mayor biblioteca privada y en ella está basada la causa social de su Centro Fox. Martha Sahagún, su esposa, mantiene a Vamos México para asistir a “los más necesitados”. Manlio Fabio Beltrones, exdirigente del Partido Revolucionario Institucional, atiende a pacientes de cáncer de mama a través de la Fundación Beltrones. Jorge Emilio González, el llamado “niño verde”, tuvo una organización para “salvar al medio ambiente”. Carlos Lomelí Bolaños, delegado del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador en Jalisco de 2018 a 2019, repartió lentes, sillas de ruedas y despensas en sectores de Zapopan y Guadalajara a través de su asociación México me Uno.
Si como indica la Real Academia de la Lengua Española, la filantropía es amor al género humano (se basa en su origen etimológico griego), este romance está basado en el dinero. Los políticos en México que han formado organizaciones han recibido durante la última década millones de pesos en donativos cuyos aportantes no están obligados por la ley a revelar su identidad.
No es que el dinero dañe ese supuesto amor de los políticos. No es que esta filantropía no haya tenido beneficiarios.
Pero cuando desde cierta trinchera se abraza una contradicción, el fenómeno se deforma.
Entonces vale uno de los conceptos expresados por la escritora Toni Morrison en su conferencia magistral “La bondad: el atruismo y la imaginación literaria” en la Harvard Divinity School, el 6 de diciembre de 2012:
“El altruismo en realidad podría ser narcisismo, un engrandecimiento del ego, incluso un trastorno mental que se manifiesta en un deseo desesperado de pensar que se es bueno con el fin de borrar o disminuir el odio hacia uno mismo”.
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Una historia de datos abiertos
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Relatos de asuntos ocultos por el poder
Eso es todo por ahora. Que disfrutes esta mitad de semana y no te falte una dosis de transparencia.
Linaloe R. Flores
Periodista