Artista, hijo de desterrado, hombre de rupturas.
La primera luz
Barcelona, España. 1932.
La vida
Todas las fuentes asocian una frase con su vida: “No se puede vivir sin amar”.
Ayer, se inauguró en Monterrey, Nuevo León, la exposición 80 años después. Cuaderno de viaje de Francisco Rojo LLuch en el vapor Ipanema. Burdeos-Veracruz. Junio-julio de 1939. Son 32 cuadros de pequeño formato con técnica mixta sobre madera y cartón. Vicente Rojo es el autor y con ella, relata el viaje de su padre, Francisco (miembro del Partido Socialista), quien llegó a México después del fin de la Guerra Civil Española. En 1949, Vicente, quien se había quedado en Barcelona con su madre, también arribó a la tierra azteca. En ese momento, según sus palabras, conoció realmente a su padre. En entrevista con el periodista Jacobo García de El País, dijo: “Lo conocí con 17 años pero durante todo ese tiempo mi madre tuvo la habilidad de hacer que estuviera siempre presente en la casa. Mi madre nos hablaba de él, leíamos juntos las cartas censuradas que llegaban a casa o yo le mandaba pequeños dibujos en la correspondencia”.
Vicente Rojo Almazán quien inmigró en México con 17 años de edad, se iba a convertir en parte fundamental de la generación de la Ruptura con una producción prolífica en la escultura, la pintura, el diseño y el periodismo cultural. La revista Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México ubica a este grupo de artistas entre 1935 y 1955. Su creación contrastó con el arte de “los grandes muralistas” que habían dominado el panorama cultural. Otros de esa corriente fueron José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Enrique Echeverría, Pedro Coronel, Héctor Xavier.
En España, estudió en la Escuela Elemental del Trabajo. De este lado del charco, asistió a la escuela de arte La Esmeralda de la Ciudad de México.
Se quedó en México y se naturalizó mexicano. Su partida deja un asiento vacío en el Colegio Nacional donde fue admitido el 16 de noviembre de 1994.
Según el diario La Jornada, a partir de 1953, colaboró en el diseño de la revista Artes de México, en el suplemento México en la Cultura de Novedades, dirigido por Fernando Benítez; en la oficina de ediciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, en la Revista de la Universidad de México, de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el suplemento La Cultura en México de la revista Siempre! Además, participó en la formación y generación del propio periódico La Jornada.
Emprendió en la editorial ERA en 1960 con sus amigos Neus, Jordi y Quico Espresate y José Azorín (otros repatriados españoles).
La antología de poesía náhuatl, La tinta negra y roja (2008) de Miguel León Portilla, cuenta con imágenes de Vicente Rojo.
Según “Puntos suspensivos” en la revista Letras Libres de Nilo Palenzuela, dos libros esenciales para el artista fueron Bajo el volcán de Malcolm Lowry y Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.
El periódico El País, en su obituario, relató que el artista se casó con la editora y promotora cultural Alba Cama, quien fue su esposa hasta que falleció en 2003. Tuvieron dos hijos -Alba- quien fue matemática y escultora- y Vicente. Cuando enviudó, Rojo se volvió compañero de la poeta Bárbara Jacobs.
De premios, recibió el Nacional de Ciencias y Artes en Bellas Artes (1991), la medalla al Mérito en las Bellas Artes (1994, 2011).
La despedida
La noticia la dieron el ministro en retiro, José Ramón Cossío -su compañero en El Colegio Nacional-, su hijo Vicente y su pareja, Bárbara Jacobs.