Quino
Este es el obituario de un hombre que callaba porque quería dibujar. Quino, el creador de Mafalda, dejó este mundo el 30 de septiembre de 2020.
(La Cerradura).- Se fue Quino, pero Mafalda se quedó en este mundo. En otras palabras, este obituario es del hombre que dibujó a la niña crítica de los sistemas neoliberales, durante seis décadas. Del artista que se resistía a hablar porque prefería expresarse con el lápiz. Del adulto que le adjudicó a su criatura -Mafalda- el odio a la sopa como metáfora del repudio a los gobiernos militares “que nos teníamos que comer todos los días por estas latitudes”, dijo a un lector en 2006 en un chat organizado por el periódico El País. Del ser cuya partida hizo llorar en una treintena de países. Se fue Quino, pero Mafalda, a quien dejó de dibujar en 1973, se quedó con sus preguntas existencialistas sobre el mundo. Esta es la pequeña memoria del dibujante que le confesó a quien consideraba hijo, Miguel Rep, en una entrevista cuando cumplió 80 años, que hasta el sexo conoció muy tarde por “la puta obsesión” de las entregas, de “ser dibujante y publicar”.
Quino se murió a los 88 años debido a un accidente cerebrovascular, en su natal Mendoza, Argentina. Se quedó a vivir ahí en noviembre de 2017, después de que falleció su esposa, Alicia Combo. Era atendido por sus sobrinos. Un día antes, Mafalda llegó a su 54 aniversario. El primero en dar la noticia, el miércoles 30 de septiembre, fue Daniel Divinsky, su editor, director de Ediciones La Flor. “Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y en el mundo lo llorará”, anunció en Twitter.
Hijo de inmigrantes andaluces, nació en la provincia argentina de Mendoza, el 17 de julio de 1932. Desde niño, a Joaquín Salvador Lavado lo apodaron “Quino” para diferenciarlo de su tío Joaquín Tejón, pintor y dibujante publicitario, según la biografía en “Mi Buenos Aires Querido.Com”. El mismo Quino narraba de su nacimiento: "Al son de esta nana nace, en 1932, en Mendoza (Argentina) un bebé llamado Joaquín Salvador Lavado Tejón, «Quino», de padres andaluces. Como papá y mamá son españoles, «todos los españoles son personas estupendas». Pero a los cuatro años (1936) el pequeño Quino descubre que andan por ahí unos españoles malísimos, que están matando a los españoles buenos. Alemanes, italianos, curas y monjas son personas malísimas porque están de parte de los españoles malos".
A los 13 años ingresó a la Escuela de Bellas Artes provincial; pero la dejó cuando tenía 17, “cansado de dibujar ánforas y yesos”, según le adjudicó la agencia AP el día de su muerte. Con esa edad, llegó a Buenos Aires donde pasaron tres años de ires y venires con mala economía. En 1954 se publicó su primera página de humor en el semanario “Esto es”. A ese día lo calificó como “el más feliz de su vida”.
Desde entonces, el Mundo Quino -así tituló su primer libro- se abrió. Firmó en las revistas Leoplán, TV Guía y Vea y Lea, entre muchas otras. Página12.com.ar, de Argentina, publicó el día de su partida que “su primer salto fue cuando publicó en las revistas Rico Tipo y Tía Vicenca, donde empezó a perfilarse como un talento particular”. Sobre su obra en estos años, el periódico La Jornada difundió: “Los personajes eran normales y corrientes: niños, amas de casa, empleados explotados por sus jefes, víctimas del absurdo, el autoritarismo y sus propias limitaciones. Cada chiste gráfico era una pequeña historia, a veces de una tristeza desgarradora”.
En 1960, se casó con Alicia Colombo quien fue su compañera hasta el día de su muerte, en 2017. A ella, la periodista argentina Leila Guerriero la describió en la entrevista que le hizo a Quino a propósito de los 50 años de Mafalda: “ … Tiene el pelo entrecano corto, abultado. Usa falda y blusa muy oscuras, y una faja ancha sobre la ropa que la ayuda a mantenerse erguida”. Alicia se doctoró en Química. El periódico “Tu otro diario”, de la misma editora de “Hola!” le dedicó un perfil firmado por la periodista Elena Villegas: “Quino adquirió fama internacional y Alicia seguía en la sombra, como representante y delegada comercial, llevando asuntos intrascendentes para los lectores de Mafalda (como encargarse de las facturas, tratar con los bancos y negociar con los agentes), pero fundamentales para que el artista pudiera seguir centrándose en su obra”.
Con excepción de ese perfil, en la curaduría de información para este obituario, no se encuentra mucho a Alicia; salvo que él le dedicaba los premios y la reconocía como “una gran compañera”. También que, cuando se casaron, vivieron en la casa de los padres de ella.
En 1963, Joaquín Salvador publicó su primer libro Mundo Quino, una recopilación de historietas. Después recibió un encargo para dibujar unas páginas para la campaña de publicidad de una empresa de electrodomésticos. Ahí nació Mafalda. La campaña no se hizo, pero Quino se quedó con el material y el 29 de septiembre de 1964, la revista Primera Plana la publicó por primera vez. Reproducida por Página12, en esa primera entrega se ve a la niña de cabello negro que le pregunta a su papá si es el más, más, más bueno de todos los papás del mundo”. Su padre contesta: “Bueno … no sé, a lo mejor hay otro papá mejor que yo”. “¡Lo suponía!” -dice Mafalda mientras se retira.
Pero el Ejército argentino dio el último golpe de Estado en 1976. Y el caricaturista y su esposa, Alicia, se trasladaron a Milán, Italia. Desde ahí continuó con su producción a través de los libros Yo que usted y ¡No me grite! No lo paró nada. Fue prolífico en la producción editorial. Otras de sus obras son Ni arte ni parte (1981), Gente en su sitio (1986), Potentes, prepotentes e impotentes (1989), Yo no fui (1994), La aventura de comer (2007) y ¿Quién anda ahí? (2012).
En cuanto a premios y reconocimientos, Quino recibió el Príncipe de Asturias en 2014 y la Legión de Honor de Francia. Y al final, sobre la noticia de su adiós, la Real Academia Española expuso sobre su legado: “Nos ha dejado Quino, creador de la inolvidable Mafalda y uno de los dibujantes en español más internacionales. Sus agudas palabras viajaron a ambos del Atlántico gracias a sus viñetas y su peculiar sentido del humor”.
Los hechos mostraron la congruencia del personaje que en sí mismo fue Quino. En 2014, al inaugurar la Feria del Libro en Buenos Aires, dijo: “Es increíble cómo el mundo repite siempre los mismos errores”. Un año después, repudió el atentado en contra del semanario satírico francés Charlie Hebdo. Se le vio en silla de ruedas. Cargaba un cartel con la leyenda: “Yo soy Charlie”. Para entonces, Mafalda era un producto, un souvenir, una reproducción en tazas, lapiceros o agendas. Una parafernalia que se mezcló con el cariño de los lectores del mundo. La niña tiene una escultura en el barrio de San Telmo. En estos días, la rodean flores.
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Mafalda es una tira humorística cuyo protagonista es una niña de ocho años que cuestiona las cosas del mundo y duda de cada respuesta. O no queda satisfecha y sigue en la búsqueda. Sus interacciones son con sus padres, su hermano menor, Guille, y los niños vecinos Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad. Vive en un barrio de Buenos Aires. Es feminista y a la vez, humanista-pacifista. “Es el mundo de lo político y social”, expresó Nicolás Alvarado en Radio Fórmula en el programa de José Cárdenas, la tarde en que en México se difundía que Quino se había marchado.
En 1964, poco después de que apareciera en la revista Primera Plana, los lectores comenzaron a recortarla para pegarla como calcomanías. El editor Jorge Álvarez -célebre editor de los sesenta- lanzó en 1966, la primera edición en libro. Una “nota de prensa” de 2017, del Fondo de Cultura Económica, titulada “Mafalda: historia social y política” da cuenta de que en 1969, Mafalda llegó a Italia en una compilación prologada por Umberto Eco. Luego, arribó a España en 1970 y luego, en 1972, fue publicada en Alemania, Francia, Finlandia y Portugal. En 1973, se conoció la adaptación para la televisión.
En México se presentó en 1975 (en el gobierno de Luis Echeverría Álvarez) con una aparición en el diario Excélsior. La edición como historieta más antigua data de 1977 en Ediciones Nueva Imagen. Después, aparecieron colecciones completas que se distribuyeron en Sanborn´s de Carlos Slim, el hombre más rico del país, y otros anaqueles como los de las librerías Gandhi y Porrúa. También la calle fue su escaparate. A Mafalda se le encontraba en ediciones “pirata” (en México se le llama así a lo apócrifo) en el Eje Central de la Ciudad de México.
En el libro Mafalda: historia social y política, Isabella Cosse escribe en el prólogo: “El medio siglo de Mafalda no podría tener más significación para nuestro presente. La tira surgió en un mundo en donde los jóvenes latinoamericanos podían recordar las luchas de los sectores populares por sus derechos sociales y políticos y los europeos, los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. En ambos lados del Atlántico, las generaciones de pos guerra vivían tiempos de crecimiento económico y expansión de los derechos sociales sin precedentes que les permitieron distanciarse – como nunca antes había sido posible– de las experiencias de sus mayores”.
Mafalda conoció la pantalla grande en los noventa con una producción cubana. Hasta ahora, ha hablado en 20 idiomas. Hoy también está disponible en Kindle y tiene cuentas en Instagram y Twitter.
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Ha muerto Quino. Su obra se queda en muchos países porque privilegió el amor. Así como “todo está en El Quijote”, “todo está en Mafalda”. “¿Qué es el amor?” – salta a la vista la pregunta en el libro El amor según Mafalda - Intentar responder desde los valores universales fue la clave.