De cómo Gertz Manero logró esconder su fortuna
El fiscal se ha resistido a publicar su patrimonio en los mecanismos de transparencia. Incluso, desobedeció al Presidente.
La salida de la escena pública de Alejandro Gertz Manero, fiscal general de la República, es consecuente con su personalidad política. Las sombras lo han envuelto desde que ingresó al servicio público en 1963 como asesor jurídico en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Desde entonces, jamás ha hecho pública su declaración patrimonial. No lo ha hecho bajo ninguna circunstancia. Ahora, cuando su salud se quebró y en el debate nacional late la posibilidad de que sea sustituido, su fortuna es un asunto secreto ante los mexicanos.
En 2019, cuando la Procuraduría General de la República estaba en la transición a convertirse en fiscalía autónoma, el Presidente Andrés Manuel López Obrador lo nombró –mientras tanto– subprocurador jurídico y de asuntos internacionales. Ello lo obligó a presentar el documento ante la Secretaría de la Función Pública. Ese año, el primer mandatario le pidió a todos los miembros del gabinete entregar las declaraciones de manera pública. Gertz Manero desobedeció. Después, en la FGR se creó DeclaraFGR, una plataforma que asumió el control del patrimonio de sus funcionarios. Gertz Manero ha presentado ahí tres veces su declaración patrimonial. Las tres veces, ante la consulta pública, el documento se ha limitado a su historial académico y curricular. En cuanto a bienes, ha estado vacío.
Cuando se arma el perfil de una mujer o un hombre del servicio público, la declaración patrimonial es una pieza clave. Ese documento es como un espejo que muestra las áreas opacas, grises o luminosas de un ser del poder. Se hace a voluntad. Los funcionarios pueden dar a conocer lo que quieran: decir todo, decir a medias o no decir nada. Por ello, más allá de la fortuna acumulada, la declaración patrimonial revela cómo son los políticos mexicanos. Alejandro Gertz Manero se ve opaco, muy oscuro, en ese espejo.