Transgresora. Rebelde. Creativa. Inteligente. Fue la primera Arqueóloga de México. Se hizo sus propios pantalones para ir a terreno en un tiempo en el que las mujeres no accedían al estudio profesional. Se fue el pasado viernes.
La primera luz. Jalisco, 1928.
La vida. Era 1949 y se había titulado como maestra en la Escuela Nacional de Maestros. Un cartel atrajo su atención. Era de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Se convertiría en arqueóloga en un tiempo en que las mujeres no accedían (por un universo de limitaciones) a la educación universitaria. Pero no sólo eso. La revista México Desconocido refiere que se pondría pantalones para ir a trabajar en terreno a donde iban sólo hombres. En 2019, en un homenaje a su persona realizado por el INAH, Diego Prieto, director del instituto, narró que en esa época no había pantalones, pero ella arreglaba las tallas de niño para que le quedaran. Desde entonces, todo fue impulso y creatividad para adaptarse a un mundo en el que las profesiones las ejercían los hombres. Se licenció con la tesis “Tlapacoya, un sitio preclásico en transición”. En 1952 fue designada para diseñar e instalar la Sala de Introducción a la Antropología del Museo Nacional de Antropología. También fue fundadora de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas. 1960 la marcó porque ese año logró la defensa del inmueble de la calle de Moneda 13 donde se albergó el INAH durante esa década. En las décadas posteriores, se dedicó al estudio de la iconografía, las peregrinaciones y las romerías. En 1982 y 1984, obtuvo la maestría y el doctorado. En 2019, recibió una cabeza en plata de un Guerrero Águila, presea que se otorga a los investigadores de la institución.
La lección. En su ser y trayectoria quedó contada una de las mejores historias de feminismo, transgresión e insumisión. Además, la enseñanza fue uno de sus pilares. El periodista Ángel Vargas refiere una entrevista en La Jornada en la que Beatriz expresó:
“Los investigadores tenemos una gran obligación con el pueblo de México: poner al alcance de todos los conocimientos a los que llegamos, porque se tiene la horrible costumbre de pensar que solamente el gremio nos debe entender”.
El amor. Se casó con el arqueólogo Román Piña Chan (1920-2001). Procrearon a tres hijas.
La despedida. Partió el viernes 29 de enero de 2021. La noticia la dio el INAH.