Badiraguato se hunde en el binomio de la miseria y el narco
De cómo un pueblo quedó entrampado en su estereotipo por parir a hombres que se dedicaron al tráfico de estupefacientes.
(La Cerradura).- En Badiraguato, Sinaloa, la culpa se paga con miseria y olvido. En los datos abiertos de este pedazo de la Sierra Madre Occidental el lugar común es el abandono. Pero cuando se le menciona a nivel nacional lo único que resuena es una palabra: narcotráfico.
Y en Badiraguato ha hecho más daño el estereotipo que el cultivo ilegal de material para estupefacientes.
En estos días, aun con la cuarta visita del presidente Andrés Manuel López Obrador, la estampa es la de la carencia: el 97.3% de sus 26,542 habitantes está empobrecido, 10,924 están en emergencia alimentaria y 4,932 individuos viven sin casa digna, según el Consejo Nacional de Evaluación de Políticas Públicas (Coneval).
Pasan las décadas, los gobiernos, las formas de gobernar, las generaciones de narcotraficantes famosos y Badiraguato sigue en su miseria. Entre los censos poblacionales de 2010 y 2020 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática no reportó cambios notables: en los dos apareció entre los 200 municipios con la miseria más dramática de México. Los programas sociales impulsados por los gobiernos federales en ese periodo –Vivir Mejor de Felipe Calderón y la Cruzada Nacional contra el Hambre de Enrique Peña Nieto– no lo alcanzaron.
Aquí los datos de cómo un estigma se matrimonió con la miseria.
Badiraguato es famoso. Basta adentrarse en la biografía de cualquier narco mexicano sobresaliente para dar con su accidentado mapa en el que se ramifican cuatro generaciones de hombres con enigmáticas leyendas. En los 30, nacieron ahí Pedro Avilés y Ernesto Fonseca Carrillo; en los 40, la tierra parió a Ismael “El Mayo Zambada” y Juan José Esparragoza Moreno; 10 años después, Badiraguato acunó a Rafael Caro Quintero e Ignacio Coronel Villarreal. Luego, Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo” Guzmán, vio la primera luz y se hizo adolescente en los montes, casi al mismo tiempo que sus primos, los cinco Beltrán Leyva.
El sociólogo Raúl Valenzuela Lugo, en su artículo “El cultivo del opio en Badiraguato”, publicado en la revista Presagio, en agosto de 1979, escribió: “Difícil resulta precisar fechas respecto a la iniciación del cultivo de la amapola adormidera en Sinaloa, pero sabido es que en la década de 1940, y con motivo de la segunda guerra mundial, se intensifica esta actividad con fines de tráfico en el municipio de Badiraguato, para abastecer de heroína a los Estados Unidos”.
No hay fuente académica que sostenga un único origen del cultivo de amapola en Badiraguato.
Lo cierto es que a Badiraguato se le nombra, desde entonces, como “arriba” y se le asocia con el narcotráfico.
Chalino Sánchez interpretó el Corrido de Badiraguato, de la autoría de Javier Martínez Escobar. Lo incluyó en el álbum Desilusión de 1994. Los versos hablan de una culpa mal puesta:
“Este pueblo tiene fama por todo mi Sinaloa
porque nos echan la culpa que aquí sembramos la goma,
sólo les quiero aclarar que aquí sembramos de todo,
y si se enojan por eso, pues que se enojen ni modo.
Ningún presidente de México lo había visitado antes de Andrés Manuel López Obrador.
El gobernador actual de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, nació ahí, en la comunidad de Batequitas, el 15 de junio de 1949. Esa es una de las 11 rancherías que integran a Badiraguato. Tiene un alto grado de pobreza y con regularidad, falta de agua por sequías agudas.
Ubicado en la geografía productiva de Sinaloa donde es el segundo municipio más grande, Badiraguato tampoco fue visto por las grandes empresas multinacionales compradoras de productos agrícolas en el estado como Cargill. Así, sin inversión privada ni gubernamental, los cultivos legales de frijol blanco, maíz, cacahuate, manzana y pera sobreviven atenidos al temporal.
La presencia militar ha sido un lugar común. 1970 es recordado como “el año maldito” porque el gobierno del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez envió tropas militares con el argumento de que el cultivo de mariguana había crecido en forma desmedida. Muchos campesinos fueron perseguidos y desplazados por acusaciones de sembrar estupefacientes. Siete años después, arrancó la llamada operación Cóndor que significó el envío de otros 10,000 soldados. En los gobiernos subsecuentes, la presencia militar no cesó y tuvo un incremento notable durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) con el envío de otros 10,000 elementos.
Esa fama fue la que lo puso en el debate público el viernes 27 de mayo cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador lo visitó para revisar los avances de la carretera hacia Guadalupe y Calvo, en la zona llamada “triángulo dorado” donde por décadas se ha cultivado goma de opio y mariguana. El paisaje de ensueño no fue mencionado. En cambio, en la prensa nacional y las redes sociales se le nombró como la tierra natal de Joaquín el “Chapo” Guzmán y la génesis de la violencia en México.
Hasta ahora, la opción para estudiar en Badiraguato se concentra en el Centro de Estudios Justo Sierra (Cejus), único plantel educativo sobreviviente en el país del proyecto de la posprimaria, impulsado por la Secretaría de Educación Pública en 1970 para llevar secundaria a las comunidades marginadas. Enclavado en Surutato, no sólo sobrevivió a los embates de la violencia y la pobreza. La institución creció hasta incluir en su oferta el nivel de posgrado.
En el Cejus puede estudiarse preescolar, primaria, secundaria, bachillerato, siete carreras profesionales y un programa de maestría y doctorado. Las áreas académicas son las ingenierías en producción animal y vegetal, recursos naturales, acuicultura, lombricultura, apicultura y la administración de recursos hidráulicos. En edificio aparte, la primaria sirve de internado para niños en orfandad.
El municipio carece de un conteo de los niños en orfandad, pero al Cejus no dejan de llegar cada año.